“Si yo torno a la mar…(habanera)”
La Foz de Morcín, 8 de septiembre de 2019, Comida y encuentro de Izquierda Xunida.
Gonzalo Barrena
Pasé un mediodía guapo en el ínclito lugar de La Foz, con una geografía tan apretada como la coyuntura que vive nuestra querida Organización, la Izquierda Unida de Asturias en la que milito desde el inicio, y que vive hoy un curioso entreacto.
Comimos bien, cantamos bastante, al albur de voces que te llevan cuando no aciertas a entonar por ti, y fue discurriendo el día con humildad y sol. Faltaba medio partido, si no más, y los discursos, contenidos, se desenvolvieron en el celofán de la melancolía. No hubo estridencias ni cortes en el tono, ni esa soberbia propia de los asturianos cuando van ganando porque… faltaba media organización, si no más.
La Agrupación de Morcín trabajó para todos, se notaba, y el centenar de personas que acudió al llamado tuvo un buen anfitrión. Pero al partido que conformamos le falta unión, ideas y nervio y sinergia entre las mitades, para salir de esa otra “foz” en la que está detenido su calendario. No podemos complacernos como “Centro de Día” al que acudimos para engatusarnos con películas antiguas y música de cuando aquello. La Izquierda del país tiene que volver a la mar, que lleva demasiados años en seco, dibujando cartas de navegación a ninguna parte mientras se vuelve taciturna la militancia.
En La Foz del otro día las caras eran de boda con funeral; sin lugar a la desconfianza porque ya no toca ese mal, y porque faltaban familias enteras para pelearse; ni siquiera la Dirección en funciones consiguió transmitir fuerza con esa danza maorí del “hambre de izquierda”. La única que se percibió allí fue la biológica, atendida con eficacia por un indiscutible equipo local. Pero la otra, la que nos mueve a continuar en esta izquierda más prometida que prometedora, subsiste en modo de voluntad. Seguimos aquí, de momento, como acto de la voluntad, a la espera de algo que nos lleve a salir de la foz y nos torne a la mar, capitana consorte como en la habanera, porque la izquierda ya no puede mariñar más entre tanto desacierto.
Nunca compartí, y tampoco el otro día, la reticencia con los podemistas; y aunque asumo como mías las demandas principales que se escucharon en Morcín, el resentimiento en el rabillo del discurso me desanima. La posibilidad de convertir en “combo” a nuestro dúo de diputados puede reconfortar, pero dista de ser un éxito. En cambio estaríamos más cerca de ello si “La izquierda que suma”, legible en el estrado, hubiera pasado de simple lema y hubiese conducido los votos a un puerto real. Para el pueblo que defendemos, el grupo natural lo integran 7 diputados, de aritmética fácil pero lejano y difícil de asentar sobre el llamazal que la izquierda asturiana tiene como suelo.
Y entonces, ¿qué podemos hacer para sorpasar el penar habanero de Morcín?. Aquí van, para empezar, cinco ingenuidades sin otra intención que contrastar convicciones, si lo fuesen, en el tiempo previo a la próxima Asamblea de Izquierda Xunida.
PRIMERO. Habría que promover la democracia interna con determinación, y desterrar de una vez por todas la técnica cainita como modo de superar los desacuerdos.
SEGUNDO. Lealtad hacia los acuerdos de la Organización, independientemente de la identificación que se sienta con ellos. Es decir, democracia interna de nuevo.
TERCERO. Promover el debate de ideas, sin tenerle miedo a la confrontación de enfoques o propuestas. Debates abiertos, sin componendas previas ni estrategias encriptadas. Una organización como la nuestra ha de ser dialéctica desde el minuto uno de su actividad.
CUARTO. Podemos, Equo, Los Comunes, las Mareas, como IAS en el caso asturiano, nunca pueden percibirse como adversarios. La divergencia, como la diversidad de planteamientos, han de confrontarse con la misma lealtad y apertura que en el seno de nuestra Organización.
QUINTO. Estremar (excelente término asturiano, que engloba los significados “discernir, organizar, ordenar, limpiar”, combatir en general cualquier confusión) la “fontanería” y prácticas de cloaca, de la acción política, con el fin de devolver el protagonismo a la defensa de las ideas, invisibles hoy bajo una vegetación espuria de intereses individuales, cortoplacismo y presuntos dogmas que no son otra cosa que formas contemporáneas de miopía.
Con la intención de “tornar a la mar” acompañado de una izquierda capitana, como cantábamos el otro día en La Foz, a lo habanero, con ese modo dulce de acción que la minería, los pescadores -o el pueblo cualquiera- siempre lleva consigo en los entreactos.