Memoria y soprano.
El concienzudo evento que Tertulias en Llanes programó, organizó y llevó a término los pasados 20 y 21 de junio en Asturias, guiado por el reconocimiento que merecen los escasos militares democráticos de la Transición, fue un éxito.
No es la primera vez -ni la segunda- que ese grupo de corsarios culturales añeráu en Tertulias le quita el tiempo y el rango a la cultura orgánica, y la reparte al modo Robín entre los pobres que habitamos los bosques de la globalización.
En el año I d.C. (“después de la Corrupción”), en un Llanes-2016 regido por Enrique Riestra, concertaron bajo una carpa con mil personas la voz de indiscutibles cantautores hispánicos. Ellos, la estirpe de Aute, Pastor, Rossell, Andión, Prada…no necesita memoria porque se incrustó en la de todos, pero las naciones peninsulares interrumpieron de algún modo esa afición. Ahí los de Tertulias, como en lo de los militares de la UMD, pusieron la memoria al servicio de la justicia, único modo de cobrarle a la historia sus deudas. Y con música, un bien que se prorratea al margen de la propiedad, porque el aire propaga las notas y el sentir al modo comunista, más allá de la lucha de clases.
Así terminó en el Filarmónica este viernes el reconocimiento de militares tan valientes como desconocidos en estos tiempos que corren, malos tiempos para la honestidad o la lírica, ambas sutiles, y a las que urge rescatar de unas élites zafias, atentas sólo a robar: la soprano Nebot, el piano, la viola y el chelo sembraron el aire de belleza, mostrando que no hay mayor cultura que la sensibilidad, y ésa es una capacidad de todos. Cópienlo cien veces Marine y Trump.