El sobeu
Gonzalo Barrena
“Aprieta bien el sobéu / que la cuesta ye penosa”, y se repite el sobreverso porque la canción asturiana gusta de demorarse en el anuncio de las cosas, creando expectación entre los que acuden a sentir.
“Aprieta bien el sobéu / que la cuesta ye penosa”, redundando con el adjetivo en la condición general que tiene el suelo chico, montuno y recuesto como ninguno de los otros peninsulares. Y resaltando que en un aquí, donde la inclinación propia de Las Asturias se vuelve penosa, la pareja y el conductor han de tenérselas, y el amarre del yugo a la vara se ha de envolver con un sobéu indiscutible.
Y ya en ese par de versos solos se sabe que los suelos de la región son rampantes, en sitios más, y que no perdonan los descuidos, y que así y todo hubo carros, parejas valientes, apretadores y gente que cantaba sobre las adversidades con un orgullo matizado y sabedor: “Yo de les vaques respondo / La Galana y La Garbosa”.
Y se remata el desafío a una geografía dificultante, condensando en ese haiku de montaña un modo de ser: poner nombres de valor a los animales, nombres que tiren, casi voces que animen en unas empresas físicas que, sin prestancia, jamás se podrían acometer.
Y así, entre gritos y aplausos, suele terminar esa poética breve, pujante, que fue compartida en Los Cuadrazales por paisanos de cuatro concejos, y por asturianos que -entonces- respondían de su yunta y de su hacer.