Lobo y quebranto en El Pindal, Cangas de Onís.
Gonzalo Barrena
“A una llevaren-y un cadril, dos caminen sin peyau, que y-lo arrancaren a dentellaes, y esa que y- asoma un vexigu per el costau, tamién irá de viaje”.
Más las cuatro muertas del todo, de las que no queda a media mañana otra cosa que cabeza y costielles, porque les utres se aplicaron desde bien temprano… y las que no y-os conocemos tovía el mal, andará cerca de la docena la labor que dejó el lobo, anoche, en la pradería del Pindal, en lo cimero del cueto que separa Nieda de Cangas.
Isabel Valle interrumpía a ratos las tareas de La Solana, su quesería, para reorganizar el daño infligido sobre cuarenta madres bien apriscadas: malla, alambre y pastor en todo el derredor de la finca. Pero el lobo, con la eficacia natural de los depredadores, saltó por encima de los obstáculos y del imaginario ecologista, que suele atribuir al descuido las bajas en los rebaños. Presuntos ecologistas, para ser más justos, quienes razonan así.
Y después del dolor físico de los animales, o del quebranto moral del ganadero, vienen las preguntas de respuesta no menos dura: ¿cómo mata el lobo a un kilómetro escaso de Cangas de Onís?. Quizá porque entre Nieda y Los Picos, por poner un pueblo, ya no queda nada fácil de matar, pues la reciella se acabó ante ojos y presupuesto de las instituciones, tan monárquicas, y los jabalíes, por su banda, se protegen bajo la cerrazón del argumal, con navajas en el hocico y una espesura mayor que las leyes del Parque, donde resulta peligrosa la acción de acorralar. De ahí la incursión del lobo -valla por medio- en las cuestas del Pindal.
Con un puerto a la espalda vacío de ganado menor y una cultura ganadera muy mal protegida por la política, el lobo, se invita ahora hasta la misma puerta del pastor, dejando en forma de traspaso y herencia su propio sinvivir. Y todo ello en pleno paraíso, como mienten por detrás los autobuses, en la desvergüenza de una publicidad suntuosa de tierra sin vecinos. Cuando los turistas más atrevidos penetren, en busca de avistamientos, las tierras altas del Concejo, se darán la mano directamente con el lobo y presumirán de ello en la red, las ovejas y el pastor ausentes, y vacío también todo lo demás. Su paraíso.
Segunda cuestión: ¿quién corre con los daños?. Pero tampoco es ésa la pregunta. Y no lo es porque buena parte del quebranto quedará sin pagar: el tiento de las ovejas maduras, que saben conducir hacia el buen pasto, que conocen las horas o la oportunidad de acudir, ese acierto…es difícil de abonar. A las andoscas, como la que caminaba lenta, sin daño aparente, pero con el anticipo fatal de la dentellada profunda…les han tajado de golpe vida y fecundidad. Y al hacedor de queso, un disparo con retardo de primavera, en la linea de producción. Calcule eso, señor agente.
¿Qué dicen las Instituciones, repletas de cargos en el gobierno flamante? Tramitar expedientes, que es lo único que saben hacer. Qué negligencia la de los conservadores, que nunca sufren en nómina bajas ni daño alguno, y que contemplan desde hace tantos años cómo se viene abajo la cacareada diversidad: cabañas, majadas, praos, senderos, praeríes enteres y modos de producir…todo se va cerrando en esta parte de la tierra inadvertida, fuera de catastro.
¿Dónde está Asturias, la nación?. Atrapada en subsidios, pero sin moverse de donde está, es decir, entretenida en el arte de retroceder. Si cruzas los Pirineos, descubres -con Francia- otro modo de entender el paisaje, mimando su funcionamiento, entendiendo como bien cuanto pace y se mueve, muy por encima de esa ceguera peninsular que no quiere ver paisanos en el paisaje, aunque ambos comparten cuidado, evolución y raíz. ¿Y si sólo fuera Francia?. Pero qué va…basta Gerona, Navarra, o ese país vecino que es el vasco. ¿Dónde esta Asturias, en modo nación?: paralizada en la cruz de los cadriles de su eterna reconversión.
Que todo esto viene a cuento porque y-llevaren a Isabel, la jiya de Bertu, un 20 % de les oveyes al pie de casa, a ver si por lo menos, puesto en números, empiezan a darse cuenta los responsables, presuntos políticos, funcionarios y estadísticos, de que ese 20 % que le llevaron -ayer a Isabel, pero anteayer a Miguel Ángel y así, hacia atrás, a cuántos- es la punta del iceberg de una tierra, una cultura, un queso y un modo de hacer biosfera que necesita protección urgente, menos cacareo y coto definitivo a la estupidez, como la de esos técnicos de la también presunta sanidad que exigen retirar los nidos de golondrina de los corrales…mientras el lobo campa en ellos. Ave María Purísima.