Gonzalo Barrena. El Faro de Ceuta, 30 oct 2023
Mujer policía o Policía mujer o Guardia Civil, indistintamente. El caso es el género y el desequilibrio histórico en la composición de los cuerpos de seguridad del Estado. El propio comienzo de la incorporación a estas profesiones ha sido tardío: sólo hay mujeres ahí desde 1980. Otra cosa son los porcentajes, que crecen poco a poco pero de modo esperanzador. Aunque la proporción total es aún muy baja (15% en la Policía y 9% en la Guardia Civil), en las últimas promociones la entrada de mujeres alcanza 30 y el 20% en ambas instituciones. Esos son los datos para un país con demora en el campo de la igualdad, donde la seguridad aún no ha cogido el ritmo de otras profesiones.
Ellas sí, y sobretodo las jóvenes, que estrechan cada vez más en rendimientos absolutos las diferencias hombre-mujer. Si entramos en detalle (estudios, ascensos, responsabilidades) la mujer pulveriza las marcas en cada promoción y un aire cada vez más fresco entra en las Comisarías, despejando «el tiempo estancado en el interior y el letargo de siglos”, como arranca literalmente aquel Otoño del Patriarca escrito por García Márquez en 1975.
Los equipos equilibrados, como los podríamos denominar, donde la eficacia va un paso por delante de la fuerza, llevan el uniforme de las sociedades avanzadas y están mejor preparados -en consecuencia- para un futuro en que las intervenciones se vuelven más complejas cada vez.
Así que conviene hacerse a un lado en la Vuelta al Hacho, que es como decir el mundo, y saludar el paso de las mujeres contemplando, en el vaivén de la coleta mientras corren, el metrónomo decidido de su tiempo.