Ls estación de ferrocarril
Inaugurada a principios del siglo pasado, la Estación de Ferrocarril Ceuta-Tetuán pasó dos guerras, los avatares asociados a ellas y un sinfín de calamidades y desabastecimiento hasta que, en 1958, la linea fue clausurada. Habían pasado tan solo dos años desde la independencia de Marruecos y eso no lo soportó. Las emancipaciones siempre vienen con pérdidas debajo del brazo.
Queda ahora a disposición de la ciudad la belleza tangerina de la edificación y la luminosidad de los espacios, tras un prolongado periplo de restauraciones. Que vaya a alojar a la Fundación Premio Convivencia es todo un reto, pues los premios siempre llevan consigo algún tipo de deuda histórica y social. El nombre que arrostra este es todo un brindis a la dificultad, en tiempos cada vez más difíciles para eso de entenderse.
Lo que llama la atención de la infraestructura, con un siglo de antigüedad desde su inauguración en 1918, es la revocación de la idea de progreso y comunicaciones. Hace cien años todo apuntaba a la necesidad de restañar la interrupción entre África y Europa, como también lo suponía la Estación de Autobuses que alberga hoy a la Policía Nacional. Resulta curioso que la independencia de Marruecos lo fuera también de las comunicaciones, abultando en décadas la desconexión.
Y aunque la línea nació con propósitos militares, pronto se se decantó hacia el transporte de la población civil. Los pueblos gustan de entenderse, pero los gobiernos y los intereses del poder suelen embargar la razón común que une a la gente, y en este caso, como en tantos otros que sangran hoy los titulares, las élites -qué injusto nombre- se dan la espalda polemizan a nuestra costa.
Quedan las espadas en alto a favor de la Fundación y Premio Convivencia.