CARTA A LOS COMUNISTAS ASTURIANOS
Esta carta va dirigida a quienes tengan a bien considerarse “comunistas”, y formen parte de su bandera asturiana. Sin llegar a invitarles al parricidio [político], por la naturaleza jurásica, cardenalicia y premarxista de su presunta élite, pero como cualquier dialéctica con ella es inviable por anquilosamiento, este texto llama a la supervivencia del sentido crítico de la militancia y, por lo tanto, a la sedición. Y si la carta empieza fuerte es porque, tomando prestada la idea de García Márquez, en Asturias se anuncia -tanto como se busca- la muerte de un movimiento.
Ser comunista es algo digno del máximo respeto. Muchos no lo somos, con envidia, porque la condición requiere una generosidad de la que nos vemos incapaces. El más bello lema, el del comunismo (como ya se escribió en este espacio), orienta como un punto cardinal, ciertamente, pero es igual de inalcanzable. Por eso respetamos y renunciamos muchos a ser comunistas; y no por otra cosa.
Pero si casi se invita desde aquí al magnicidio [político] es por la desacertada pedagogía en que ha caído la dirección del PCA, “orientando” primero en los avales, y ahora apurando el voto, de su siempre estoica militancia.
La desacertada pedagogía del Astur-Komitern se parece a esos intentos ibéricos de cine negro, al estilo Torrente o Garci, que no llegan al género por culpa de lo español. Como en el cine, una falla absurda atraviesa la tanda de resoluciones, que dejan perpleja a toda persona que crea en la democracia, la libertad y, si me apuran, en la lógica elemental. Conviene recordar que Izquierda Xunida está en pleno celo de Primarias, un fruto de esta primavera celtíbera que, desde el 15 M, venimos disfrutando. Las pedrisca de resoluciones que cae por aquí, en el norte, sobre la nuca de los comunistas asturianos, amenaza esa democracia naciente en las entrañas de los partidos, y les jode la fiesta a los compas.
Dirán que no me meta, me descalificarán por la crítica, balbucearán que esa práctica es algo a lo que tienen derecho las organizaciones…pero no: son disculpas de maltratador. En mi infancia escuchaba discutir a los mayores acerca de si se podía meter uno en la casa de otro, cuando maltrataban a una mujer. Aquí estamos ante una especie de la misma incumbencia: las decisiones canónicas de los dirigentes del PCA, forzando el voto, van en contra de los compañeros de mi organización, pues todos ellos son también miembros de Izquierda Unida, y tienen ante si el derecho de voto en unas elecciones primarias y abiertas, cuyo carácter se ha de respetar. Anda cerca de hacer trampas alinear el voto con monsergas y modos de curia.
Y ahora vamos con la redacción, de insoportable estilo en la forma y en el fondo, del texto que me facilitó hoy un compañero de Langreo: a mitad de la encomienda, literalmente, el comunicado del PCA pretende “dar cabida a un método de organización democrático que aleje a IUA de los mecanismos propios de un partido político”. Pues bien, los métodos empleados por el Comité Central del PCA, restringiendo la libertad de aval y de voto de sus militantes, en el proceso de Elecciones Primarias, promueven justo lo contrario de esos nuevos modos de implicación social y política que se desean.
Poco después, por si fuera poco, concluye la resolución: “La opción por la candidatura propuesta por el Partido vinculará a toda su militancia”, conculcando el régimen abierto que es esencial en un proceso de Elecciones Primarias.
Una redacción tan torpe, en estilo e intención, desata lógicamente una catarata de preguntas incómodas: ¿conviene al candidato elegido por el Comité ese respaldo?, ¿cómo se interpreta el verbo “vincular”?, ¿habrá represalias?, ¿se decantará el voto del resto de IUA, por reacción, hacia opciones no “bendecidas” por el Comité?, ¿han de obedecer los militantes del PCA una orden que se emite contra otros candidatos de IUA, también compañeros?. Crónica de una confrontación anunciada, quizá muerte [política] de una organización o -deseablemente- de un equipo y modo de hacer las cosas.