Partidos en dos
A escasos días de los episodios de Ferraz, conviene repasar la naturaleza caníbal de los partidos y revisar críticamente su escasa contribución a la calidad democrática. Porque ese tipo de organizaciones ha venido funcionando, desde el siglo pasado, en contra de todos los códigos del juego limpio, de la libertad de opinión y, muchas veces, de la libertad si más.
Por eso en estos días de vía crucis, salvo excepciones, el resto de los líderes ha estado exquisito con el rival: condolencias, compasión, comprensión…”Pedro, se fuerte: sabemos por lo que estás pasando”. Como ciclista con cicatriz, la aristocracia política envía mensajes de solidaridad al caudillo caído, completamente ajena al hecho de que perdedores, lo que se dice perdedores, en Ferraz lo somos otros.
Y lo somos otros porque los medios de estos días, con un minutaje de pasión propio de los partos difíciles, enseñan cosas: que nunca hay buenos en las peleas a puñal, que las mujeres poseen defectos masculinos -a Susana se le pone cara de moranco- que barón se escribe con “c” de cacique y que la militancia, por desprecio de casta y miedo de su intuición, nunca será consultada. Las personas que conozco con afinidad histórica al partido, y socialistas “por naturaleza”, se dolían el sábado ante el televisor, ajenos y lejanos a sus presuntos líderes.
Y si en la casa del PSOE cuecen habas, en la tuya a calderadas, camarada, con la democracia abortada desde la transición, las corrientes convertidas en “bandos” y todos los movimientos políticos, como hijos de Caín (y no de Heráclito), irremediablemente partidos en dos.