Gonzalo Barrena. El Fielato, 6 de marzo, 2024.
¿Qué decir de las carreras de montaña?. El pueblo no se equivoca cuando sigue masivamente un deporte o un modo -en este caso- de volver a lo que hizo la especie en la era del cazador, cuando el movimiento en media distancia era el pan de cada día.
Las carreras de montaña, más allá de los tiempos titánicos de quienes hacen podium o les pisan los talones, han venido a desbordar el atletismo y los maratones, pero también el marco habitual de los equipos: una legión de corredores independientes, apoyados por la logística familiar, viene participando en ellas de forma creciente. En la meta, es frecuente ver a mujeres y hombres acompañados en sus últimos metros por parejas e hijos de corta edad, pues la comarca se llenó desde hace días con grupos ligados por vínculos de cercanía, que explican la cifra de más de dos mil inscritos en la Kangas Mountain 2024.
De ahí que el éxito de la prueba, eficazmente llevada a término por organizadores y voluntarios en un día de perros, guarde relación con su dimensión inclusiva. Venir a correr a Cangas de Onís resulta asequible para vecinos del noroeste peninsular, y en general, para aficionados a correr entre montes y ríos, con familias y parejas de apoyo que comparten durante dos o tres días el mismo paisaje. El pueblo corre.
Y de nuevo, las mujeres han vuelto a acortar las desigualdades históricas. Sus puestos en las clasificaciones absolutas lo acreditan: Reyes Laso, 41 de 441 en la Speed (12 km); Marta Martínez, 38 de 625 en la Original (33 km); Ainara Urrutia, 18 de 263 en la Half (21 km); y Oihana Azkorbebeitia, 25 de 185 en la Maxi, de 58 km.