ORO EN LOS NOMBRES, CONVOCATORIA.

Gonzalo Barrena.

En medio de la distopía, un colectivo indeterminado de personas interesadas en los nombres de lugar se reúne en la bajura de la cordillera. Se trata de recoger cuantas pepitas de oro pudiera traer consigo el río de la memoria, río de caudal menguante, casi exhausto hoy de recordadores.

En Los Gamoneos llaman “fundos” a los vestigios de una ocupación, apenas unas cuantas piedras dispersas en el suelo, atestiguando que allí, en algún tiempo, alguien fundó, alguien “ahondó” un poco para disponer, en la llana, el arranque de una mera corte o corral. Esas primeras piedras con las que se empezó algo, componen ahora su arqueología, insistiendo sobre el suelo con la misma perseverancia que los nombres de lugar.

Conscientes de pisar un terreno minado de conocimiento, pero que está perdiendo todas las espoletas con la marcha forzada de sus habitadores, urge acudir a la llamada. El verbo “acudir” tiene en la lengua romance el implícito de “ayuda en colectivo”, y a tal sextaferia se convoca. ¿Por qué?.

Los pueblos de montaña se abrieron paso en la cordillera con su capacidad de nombrar, entre otras habilidades, y tejieron a ras de suelo la singular cultura territorial que ahora se debilita, si no se desmorona. Conviene sujetar y robustecer los depósitos de conocimiento cosidos a los nombres de lugar, y que penden hoy de su hilo. Si no estamos atentos a su penúltima pronunciación, ya no será posible retener esas pepitas que se van, mes a mes, con el olvido.

El jueves, 14 de noviembre, en la Casa de Cultura de Cangas de Onís, algunos intentan averiguar cómo estar “al escuchu” de esos nombres con el fin de interceptar su muda. A las 5 de la tarde. Acude.