A principios de los 60 también nevaba, y noviembre era el mes de echarse abajo después de apurar el tardío, escrito así, en un castellano sin miramientos.

Un rapaz de quince años, en la cabaña, esculuca por el cuartarón. Anteayer había nieve co l’altu una banqueta y hoy sube ya por arriba la mesa. Pero hay luna, y como todo está alcanzado por la luz, piensa para si que toca bajar.

No había móviles, ni 112, ni otra ayuda que los recursos propios y la calma. Con lo que el niño de hoy -hombre entonces- fue soltando las vacas de una en una, sin quitayos la collera. Así é como saben elles que van p’abaxu, camín de la corte.

Güelga es un concepto que se aprende bien porque está amarrado a la nieve y al trabajo que da caminarla. Ide pe la huelga es el consejo que dan los viejos a favor del camino trillado, y que se comprende de sopetón cuando el manto da en el pecho de los animales. La nieve igua el suelo y es el pastor quien lo ha de abrir, al frente de la grey.

Y así salen, una a una, les veinticuatro vaques tras el rapaz, que las muda por indicación del clima. Avanza con paso calmo y persistente, Veleres arriba, sin echar un ojo atrás que no sea para el recuento. Ya habrá tiempo a la memoria, pues ahora estamos a ganar metros, cuerpo a cuerpo con la realidá. Unos trillos de llobu se cruzan en otra dirección.

Rebasó Gumartini, sin humos pela teyavana, pasó el camín de Fana y, cuando alcanzó el Arco Juráu, que los de juera dicen-y Cabeza del Elefante, pensó que de no llegar, ésa podía ser la posada. Pero siguió.

Y bordeó el Jou de la gallina sin parase’n Mirador -a qué- dobló les reblagues de Dúa y sintió el oscurecer. Habían pasado doce horas a contrapié cuando se vio en La Frecha, y aunque el suelo no estaba terreñu les vaques -ellí- se defendíen. Y les dejó, partiendo la llabor en dos jornaes.

En puertu, cuando nieva, el espacio y el tiempo se vuelven relativos entre si.

Gonzalo Barrena, 1 de diciembre, 2021.