Gonzalo Barrena. El Fielato, 15 de mayo, 2024.
Un puñado de vecinos y responsables políticos se reunieron junto a descendientes y familiares de quienes, en Sotres, dieron su vida en defensa de La República, bien en el frente o bien como víctimas de la cruenta represión que se desencadenó después.
La Directora General de Memoria Democrática, Begoña Collado, junto a José Sánchez, el alcalde del Concejo, arroparon las inequívocas palabras que una sotrina, Yolanda, pronunció en Sierra Amor (quizá Xerramor). Los nombres de los sitios atesoran historia, y éste en concreto, con su belleza, repara un poco lo que se les debe a quienes ya no están.
La memoria democrática, o memoria a secas, cobra su verdadero sentido cuando es compartida, cuando hila el presente de quienes la escuchan, con la vida y detalle de los que caminaron el suelo que se está pisando, de quienes sintieron en la cara el mismo aire fresco de mayo, con el entresol de domingo que invitaba -y no- a desabrigarse.
No hubo, ni se soñó, venganza alguna en nombrar, uno a uno, a quienes no pudieron continuar su vida camino de Jidiellu o de La Caballar, por poner sólo dos entre los infinitos senderos hacia los que estalla la flor de Sotres. Únicamente hubo recuerdo, afecto y palabras justas, con una gaita que las echó al viento por toda la cuenca del Duje.
Hasta Sierra Amor llegaron unos pinchos por voluntad de los vecinos, con vino para brindar en honor y memoria de los que se nombraron. Menudeaban las conversaciones, los abrazos por el encuentro y el pesar por tantas cosas que se sepultan en el olvido, como cada nombre y cada sitio por los que pasan todavía los caminos viejos.