La hija del candidato

No merece la pena inventar nada cuando la realidad te brinda una historia. Porque esto que pasó entre Burgos, de donde es natal, y la capital del reino, cuando el candidato al congreso, un galicano común de pelo plateado y modales, interrumpió la campaña que lo lleva de canal en canal, mintiendo a toda la población como sólo saben hacer los políticos de raza.

A su paso por Madrid, recibió la llamada de su hija. Papá, hay un billete barato, de esos que valen tanto como los de un autobús, y me pongo en Barajas en un pis-pás. No lo pensó, compuso la agenda, y abrió una brecha mayor que la de Moisés en el mar de eventos que compone su campaña. La vio salir con 20 años radiantes y esos ojos gitanos que da Castilla, entre otras tierras íberas.

Las horas que pasaron juntos entre cervezas patinadas y tabernas, atendidos por camareros con más profesión que obligación y ajenos al turismo de los Austrias, al Madrid barroco y a toda la pamplina que rellena el corsé de las guías, no tuvieron parangón. Entre los bares, se cogía a él como sólo saben hacer las hijas e cualquier edad, sin desafío, volviendo aún más bobos los duelos de padre varón y el candidato volvió a distinguir el calor de las cosas que valen.

Las apretadas conversaciones entrelazadas con el público de siempre, las personas absortas en el debate de cuatro payasos en cadena, que da igual, Eloísa, que me lo graban y lo veo después, cundieron más que las horas, cuatro o cinco, no se, durante las que se paró el tiempo para pensarse: los días de parque y merienda, los vestidos, el descuidado estilo con que resolvió la adolescencia, y tantas y tantas cosas que no se pudieron dar por culpa de los putos deberes, hija, me devuelven ahora, en un guiño de genes y complicidad todo lo que nos roban los falsos debates, la televisión -que es el opio del votante- y el eterno error de no darse cuenta de la arrebatadora fuerza de la existencia con risa, comida y salud.

A quién vas a votar Eloísa.

No sé papá, pero a ninguno de esos que salen en los debates, supongo.