El Faro de Avilés
Gonzalo Barrena.
Todos los faros son, de algún modo, luces del fin del mundo. Quizá porque con ellos, a un tiempo, desaparece la tierra firme y comienza la incertidumbre. Que el de Avilés esté ubicado sobre la Punta’l Castiellu, avisando ya sobre una fortificación histórica, confirma que desde antiguo y desde allí se precavían las entradas indeseables a la ría.
El faro que tenemos se construyó a mediados del siglo XIX, borrando la desconfianza y poniendo luz de aceite en la linterna para indicar la entrada a puerto. Era más relevante ayudar que defender, como siempre pasa con los usos civiles. Los militares suelen comportar estancamiento o retroceso, como podemos comprobar hoy con los periódicos, la política y la geo-estrategia, lastrados por la guerra y desandando el progreso de la humanidad.
Pero volviendo a la cuestión, los faros suelen estar enclavados en espacios inhóspitos, azotados por el viento y demás inclemencias como castigo a su atrevimiento geográfico. Toda la linea de costa, antes de la especulación paisajística, era un espacio poco amable para la habitación y los poblados se guardaban bien de exponerse a esa ventana de meteoros que se compone de mar y cielo. Hoy, todos los planeamientos municipales protegen la línea de los fabricadores de chalets, esa especie voraz que sisa metros cuadrados sin parar al espacio de todos. Los anfiteatros de los faros al menos parecen estar salvaguardados del pillaje.
Julio Verne escribió la novela que lleva por título El faro del fin del mundo en un cuatrimestre. Se publicó por entregas, como solían componerse muchos títulos de la llamada “literatura de ferrocarril”, denostada por la Academia pero devorada en el tiempo muerto de los desplazamientos, antecedente de la lectura atenazada hoy por el vértigo digital. Setenta años después de la novela, el director de cine inglés Kevin Billington, con Kirk Douglas, Yul Brynner, Samantha Eggar y Fernando Rey -ese español que sorpasaba el reparto ibérico- filmaba en Cadaqués, la versión en imágenes. Con un faro inventado, que ya no existe, trajo al cabo de Creus la fantasía de Verne, ubicada en la Patagonia argentina que ve juntarse a los océanos.
Allen, al menos, en Vicky Cristina Barcelona filma y menciona la villa en el Faro de Avilés.
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Diario La Nueva España, 1 de septiembre, 2025.