Greta Tumberg con una kufiya (pañuelo palestino). Fuente: Voice of America. Wikipedia.

La Vuelta «Op-Art».

Gonzalo Barrena

Trabajar por la paz no es política, ni deporte, ni conveniencia de partido: la paz es transversal.

El diluvio de declaraciones que ha caído sobre nosotros, día tras día, etapa tras etapa, aprovechando que la vuelta pasaba por ahí, no puede ocultar el clamor general en contra de la barbarie desatada sobre el suelo de Palestina. No hay deporte ni discurso que esté por encima de la humanidad radical que ha empujado al pueblo a defender la dignidad del país. 100.000 personas en Madrid, mandando a parar el cinismo político, son toda una esperanza para una época gobernada, al menos internacionalmente, por impresentables. Las señoras de edad avanzada, los jubilados con bandera, los jóvenes que señalaron con su protesta la indignidad que supone aceptar el sionismo pedaleando entre nosotros, son todo un signo de que la sociedad mantiene sus constantes éticas vitales. Hay esperanza.

A mí me tocó ver el paso de la vuelta en Arriondas, justo en el cruce del Mirador. Había banderas palestinas, había maestros y profesoras, y gente de diversa orientación haciendo suya la denuncia en forma de pañuelo. Hoy, el clamor op-art de la kufiya no representa a una nación, representa la reserva ética del pueblo, ése pueblo del que las élites gobernantes y el periodismo vergonzante se distancian cada vez más. Y en la mitad de esa brecha, la policía.

En el cruce por el que pasó a velocidad de vértigo la vuelta sionista, supongo a decenas de corredores avergonzados por el hecho de pedalear blanqueando el genocidio. Pero pude ver en la expresión de un agente, al menos, el desagrado con la misión. Obedecer órdenes indignas siempre va en contra de lo que juró en la Academia de Ávila, aquel día.

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Semanario El Fielato, 17 de septiembre, 2025